Castillo de Cedrillas

El castillo se emplaza en la cima de un cerro, confiriéndole una posición dominante sobre el territorio inmediato. Se asienta sobre una plataforma rocosa de piedra caliza prácticamente horizontal de varios metros de espesor que a su vez descansa sobre unas margas que conforman las laderas del cerro.

Castillo de Cedrillas (Teruel)

El recinto tiene una planta irregular casi elíptica que se adapta al perímetro de la plataforma rocosa, su longitud es de 151 metros y su anchura de 57 metros, con una superficie aproximada de 7.360 metros cuadrados y un perímetro de 290 metros.

La mayor singularidad del recinto es la conservación (enterrada) de su estructura interna, que se observa con claridad en la fotografía aérea. Se trataba de un núcleo urbano medieval fortificado, construido aprovechando las posibilidades defensivas que presentaba el territorio y utilizando los recursos propios de la naturaleza, que fue abandonado a lo largo del siglo XVI, y desde entonces ha sufrido un proceso de abandono que le ha llevado a un estado de ruina semejante al que se ha producido en la mayoría de fortificaciones aragonesas.

Las margas que conforman las laderas del cerro son muy erosionables, y a lo largo de los siglos, los agentes atmosféricos han provocado en ellas grandes erosiones que han dejado la roca caliza en voladizo.

La parte inferior de la plataforma rocosa se ha ido agrietando siguiente sus diaclasas y descomponiéndose en prismas que se han ido desprendiendo y han arrastrado parte del recinto amurallado.

El lado sur del perímetro había desaparecido casi en su totalidad y solo se conservaban como elementos emergentes la torre-puerta del acceso principal y un pequeño lienzo adosado a ella.

En los lienzos conservados se manifestaban desprendimientos en sus bases que amenazaban la estabilidad, y sus partes altas estaban descomponiéndose, produciendo del desmoronamiento de muros.

Para minimizar el problema de fragmentación y desprendimiento de la plataforma rocosa sobre la que se asienta ha sido necesario recalzar las partes que presentaban mayor riesgo. Se estudió la morfología de la plataforma rocosa, y se llegó a la conclusión de que la textura superficial más adecuada del recalce terminado sería aquella que interpretase el macizo rocoso, con un material adecuado para su estabilidad, reconocible y a su vez integrado con el conjunto de la plataforma, pero que no corriese el peligro de entenderse como otro lienzo de muralla bajo la roca como podría suponer la mampostería empleada en las reparaciones ya existentes.

Se ha optado por emplear hormigón encofrado de forma irregular adaptado a la geometría y volumen de las diaclasas de la roca superior, con una textura y color semejantes, que permiten tener una imagen lejana unitaria e integrada en el paisaje sin brusquedades y una imagen cercana en la que se puede diferenciar la intervención.

En la parte sur del recinto se ha optado por consolidar los restos de muros ocultos descubiertos por las excavaciones arqueológicas y regularizarlos hasta alcanzar una altura de seguridad para evitar caídas.

En las zonas en las que no se conserva el trazado de los lienzos o se ha desprendido el macizo rocoso sobre el que se asentaban, se ha dispuesto una protección con chapa de acero corten con un sencillo despiece que permite aprovechar en su totalidad las planchas con que se fabrica. En los lienzos conservados se han reparado los desprendimientos de sus bases y se han regularizado mínimamente sus partes altas para detener los desprendimientos.

Por último, en la torre-puerta del acceso principal se ha regularizado la parte superior, reponiendo tres vanos y recuperando su nivel superior con una plataforma metálica y una pequeña escalera.

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